En La mala herencia de Alberto de Casso se muestran simultáneamente dos fragmentos de realidad muy diferentes y distantes pero que forman parte del mismo nundo en el que vivimos.
Por un lado, Laura y Julio, dos hermanos malavenidos se reúnen con motivo de la muerte de su madre para repartirse la herencia en la casa familiar. Laura está escribiendo una obra sobre la larga y devastadora guerra de Siria que ambienta en la ciudad de Alepo y que comparte con su hermano mientras se disputan los bienes heredados.
Por otro, una mujer siria de esa misma ciudad nos muestra la barbarie cotidiana y cruenta de la guerra, y las durísimas, casi imposibles condiciones para sobrevivir en compañía de su madre y su hija Hana, y de un francotirador que ocupa el piso superior del edificio. Esa mujer se parece extrañamente a Laura y guarda un vínculo lejano y secreto con la madre muerta.
«La muerte provocada por las guerras es precisamente esta, no una desgracia azarosa, sino el extremo en esa violación progresiva de nuestros derechos otorgada a quienes nos desgobiernan. Por muy lejana y aleatoria que nos parezca, al otro lado del televisor, del papel o de las redes, lo cierto es que está latente entre nosotros, en nuestro parlamento, en nuestros votos, en nuestras abstenciones».
Del prólogo de Eva Alarte